El 9 de marzo de 2020 marcó el inicio de un extenso periodo de desasosiego e
incertidumbre para nuestro país. En esa fecha se dio a conocer, oficialmente, la presencia del
mortal coronavirus SARS-CoV-2 en el istmo. A partir de esa fecha, han sido meses de
incertidumbre y dolor: se han perdido vidas, han desaparecido empresas, puestos de trabajo y,
algo impensable para todos, hemos tenido que vivir distanciados de aquellos a quienes más
queremos, confinados con el propósito de contener el avance del virus.
Como resultado del efecto cascada generado por estas drásticas medidas que abarcaron
a Panamá y al mundo entero, un elevado número de personas y de familias vieron reducidos o
anulados sus ingresos, con los consiguientes perjuicios sociales y financieros.
No hay dudas de que se trata de un escenario oscuro y amenazador; no obstante, como
suele ocurrir en los espacios en que se mueve el ser humano, también hubo luces que iluminaron
sendas para avanzar, y que permanecen encendidas, mostrando senderos por los que avanzar.
En tiempos duros como los que caracterizaron la pandemia, también emergió la solidaridad, el
apoyo al prójimo, el alivio al que menos tiene o al que padece, el sacrificio desinteresado en favor
de un semejante, la voz amiga que infunde aliento, así como un indoblegable espíritu de
emprendimiento para no caer vencidos.
La USMA, eslabón importante en la formación de las nuevas generaciones, no escapó del
duro golpe inferido por la pandemia y sus secuelas. Pasados los primeros días de incertidumbre
general, la Familia Universitaria, bajo las firmes directrices de sus autoridades, comprendieron
que era el momento de poner en marcha toda la voluntad de servicio inspirada en la formación
cristiana, estipulada en sus principios y valores y hecha realidad en su caminar de más de cinco
décadas.
El rol de la USMA no ha sido pasivo en este marco; desde la reorganización de sus
programas para reemprender en tiempo récord su misión formadora de nuevos profesionales,
hasta garantizar el apoyo oportuno a los colaboradores, sumándose al esfuerzo de las
autoridades de salud, poniendo a su disposición las instalaciones para ser utilizadas como
hospital o como centro de vacunación a la ciudadanía más vulnerable.
A la par de estas acciones, se han tomado otras medidas de cara a la necesidad de volver
a ejercer su papel en el contexto de la nueva normalidad, con la instalación de un Comité de
Salud para cumplir con todas las medidas de bioseguridad indicadas por el Estado.
De esta manera, la USMA está hoy preparada para ofrecer un ambiente seguro para sus
estudiantes, sus docentes, administrativos y visitantes. Como lo sabe ya todo el mundo, los
cambios que exige la pandemia no han de cesar en unos meses, y es posible que muchos de
ellos caractericen la vida y el modo de relacionarnos socialmente en el futuro. Pero, al margen
de esas transformaciones puntuales, nos mueve un convencimiento firme y trascendental que
se mantendrá vigente sin fecha de caducidad. Amparados en la bendición de Santa María La
Antigua, continuaremos en pos de las metas que siempre nos han marcado un norte hacia el
engrandecimiento del país y la conformación de una sociedad más justa y más humana.